El agua ozonizada presenta una gran capacidad de oxidación desempeñando un papel muy activo en el proceso de desinfección y limpieza. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Internacional Standards For Drinking Water (SFDW), afirman que con valores de 650 milivoltios (MV), provocará la casi instantánea desactivación de los virus y patógenos.

La molécula de Ozono, compuesta de tres átomos de oxígeno (O), tiene carga negativa, tal y como ocurre con cualquier imán, son atraídas rápidamente por las cargas positivas. Los microorganismos patógenos (bacterias, virus, hongos, priones, esporas, moléculas del olor…) tienen carga positiva, y al chocar con estas, gracias al alto poder oxidante del Ozono, son destruidas casi de forma instantánea.

Su gran ventaja es que su único residual es el oxígeno y, por lo tanto, no deja ningún tipo de residual químico peligroso. Por ello, resulta ideal para la desinfección de alimentos y/o superficies en la industria alimentaria y hostelería. El ozono introducido en cualquier tipo de ambiente realiza tres funciones principales: microbicida, desodorizante y desengrasante.

 

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